
Pocas películas logran capturar la esencia profunda, ambigua y vibrante del primer amor como Call Me by Your Name (2017) de Luca Guadagnino. Situada en una idílica villa al norte de Italia durante los años ochenta, la historia gira en torno a Elio (Timothée Chalamet), un joven inquieto, intelectual y sensible, y Oliver (Armie Hammer), un estudiante estadounidense invitado por su familia para colaborar en una investigación académica. Entre baños en el río, tardes leyendo y conversaciones cargadas de referencias culturales, surge un romance sutil, lento, pero profundamente intenso.
Guadagnino maneja con maestría el lenguaje cinematográfico: la fotografía de Sayombhu Mukdeeprom es luminosa y sensual, capturando con perfección tanto la calidez del verano italiano como la delicadeza y vulnerabilidad del despertar emocional y sexual. La cámara se detiene en los detalles —un libro entreabierto, un melocotón maduro, una mirada cómplice— y convierte estos objetos cotidianos en símbolos poderosos de un amor fugaz pero trascendental.
Mención especial merece la banda sonora, que oscila con elegancia entre composiciones clásicas de Bach y Ravel, y canciones originales como las de Sufjan Stevens, creando un ambiente melancólico, dulce y profundamente emocional. Es difícil imaginar esta historia sin la música, que enmarca a la perfección los altibajos sentimentales de los protagonistas.
Las actuaciones son otro punto fuerte: Chalamet ofrece una interpretación memorable y cargada de matices que transmiten a la perfección la confusión, la pasión y la ternura propias del primer amor. Hammer, por su parte, compone un Oliver seguro de sí mismo, magnético y carismático. Juntos construyen una química sutil pero poderosa, generando momentos que permanecen mucho tiempo después en la memoria del espectador.
Pero si hay algo que convierte a Call Me by Your Name en una película verdaderamente especial es cómo se aparta del dramatismo exagerado o la tragedia habitual en las historias sobre amor LGBTQ+, para centrarse en una exploración más universal sobre el deseo, el descubrimiento personal y la naturaleza efímera de la felicidad. La cinta también aborda con delicadeza temas como la aceptación familiar, ejemplificada en la conmovedora escena del padre de Elio (Michael Stuhlbarg) ofreciendo un discurso que ya se ha convertido en uno de los grandes momentos del cine reciente.
En suma, ‘Call Me by Your Name’ es una experiencia emotiva y hermosa que resuena mucho más allá de la pantalla. Guadagnino logra capturar no solo la belleza del primer amor, sino la dolorosa y dulce certeza de que, aunque efímero, deja una marca indeleble en quien lo vive. Es, sin lugar a dudas, una joya imprescindible del cine contemporáneo. 🍑