Teoría y análisis

Entre Lumière y Méliès: realismo vs. fantasía en el cine

Entre Lumière y Méliès: realismo vs. fantasía en el cine

En sus inicios, el cine no fue solo un invento técnico, sino un campo de batalla creativo. Mientras unos querían mostrar el mundo tal como es, otros soñaban con reinventarlo cuadro por cuadro. Así nacieron dos caminos: el realismo de los hermanos Lumière y la fantasía de Georges Méliès. Y sí, desde entonces, el cine vive entre esos dos polos.

Dos visiones, un mismo invento

En 1895, los hermanos Auguste y Louis Lumière proyectaron públicamente ‘La salida de los obreros de la fábrica’ (1895), y sin saberlo, inauguraron el cine como ventana al mundo. Sus cortos —documentales en esencia— capturaban la realidad cotidiana: trenes llegando a estaciones, niños comiendo, obreros saliendo de trabajar. No había actores, no había escenografía artificial: solo lo que el lente podía atrapar. Para ellos, el cinematógrafo era una herramienta científica y documental.

Pero casi al mismo tiempo, otro francés tenía planes muy distintos para esta nueva tecnología. Georges Méliès, ilusionista de profesión y soñador empedernido, vio en el cine una fábrica de sueños. Sus películas, como la mítica ‘Le voyage dans la lune’ (1902), eran espectáculos teatrales llenos de trucos visuales, sets pintados a mano y personajes imposibles. Si los Lumière filmaban la vida, Méliès la reinventaba.

La gran bifurcación

Este contraste no es menor: marca la bifurcación original del lenguaje cinematográfico. Por un lado, el cine como documento; por otro, el cine como fantasía. El primero busca registrar la realidad; el segundo, transformarla.

Ambos enfoques siguen vigentes más de un siglo después. Cada vez que un director toma una cámara para retratar la vida en un barrio marginal o para crear mundos de dragones y planetas lejanos, está eligiendo (consciente o no) una herencia: la de Lumière o la de Méliès. El cine neorrealista, el documental, el found footage: todo viene del lado Lumière. La ciencia ficción, el musical, el cine animado: todos hijos del genio de Méliès.

¿Realidad o ficción? Mejor ambos

Lo fascinante es que el cine no eligió un solo camino. Con el tiempo, los grandes maestros aprendieron a combinar estos dos impulsos. Basta ver a Fellini mezclando lo cotidiano con lo onírico, a Buñuel jugando con lo real y lo surreal, o a directores contemporáneos como Guillermo del Toro, que llena de criaturas fantásticas escenarios profundamente humanos y sociales.

Incluso el documental moderno ha asumido elementos de la ficción: reconstrucciones, animaciones, narrativa dramática. Y la ficción, por su parte, no duda en usar estéticas documentales para generar mayor realismo o verosimilitud. El cine, como arte vivo, siempre ha sido un híbrido.

Un duelo eterno (y fértil)

La tensión entre mostrar y soñar, entre capturar el mundo o imaginar otro, es lo que ha mantenido al cine en constante movimiento. No hay que elegir entre Lumière o Méliès. Más bien, hay que entender que toda película, de alguna manera, se mueve entre esos dos extremos. A veces con más anclaje en lo real, a veces con los pies bien puestos en la luna.

Y tú, cuando vas al cine… ¿prefieres ver el mundo como es o como podría ser? 🎬

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