Reseñas

Perfect Days: la silenciosa belleza de lo esencial

Perfect Days: la silenciosa belleza de lo esencial

Con ‘Perfect Days’ (2023), Wim Wenders nos entrega una película íntima y profundamente humana, un delicado canto a lo sencillo que encierra una crítica sutil pero contundente a un mundo regido por el ritmo frenético y la obsesión por lo económico. Ambientada en Tokio, la historia sigue de cerca a Hirayama (interpretado con notable precisión y calidez por Kōji Yakusho), un hombre cuyo trabajo consiste en limpiar baños públicos con un esmero casi ritual. A diferencia de quienes se desviven en una competencia constante por el éxito material, Hirayama elige caminar lentamente por la vida, disfrutando cada día de manera plena y consciente.

Desde el punto de vista visual, la fotografía es uno de los aspectos más notables del film. Cada encuadre está compuesto con una pulcritud admirable, casi poética. La iluminación cálida y natural utilizada por Wenders contrasta con la artificialidad del entorno urbano, logrando que incluso los baños públicos que limpia Hirayama adquieran una dignidad y belleza inesperadas. Este uso magistral de la cámara ayuda a transmitir la calma interna del protagonista y enfatiza la importancia de valorar lo cotidiano, algo que el mundo contemporáneo, atrapado en dinámicas comerciales y económicas, ha olvidado.

La banda sonora, cuidadosamente integrada con clásicos temas de rock y baladas nostálgicas que Hirayama escucha en casetes antiguos, aporta una dimensión adicional al relato. Estos momentos musicales funcionan como pequeñas cápsulas emocionales, suspendidas en el tiempo, subrayando la conexión del protagonista con un pasado más lento y más humano.

En cuanto al guion, la sencillez narrativa es engañosa. Aunque la película evita giros dramáticos o grandes declaraciones filosóficas, está construida sobre una sutil crítica social. El contraste entre la vida serena y austera de Hirayama y el contexto que lo rodea, dominado por exigencias económicas y consumistas, permite al espectador reflexionar sobre el valor del tiempo, el trabajo y las verdaderas prioridades vitales.

La dirección de Wim Wenders es también sumamente destacable: el ritmo pausado, los planos largos y contemplativos y la delicadeza con que captura la rutina del protagonista logran introducirnos en una especie de meditación visual. En un entorno cinematográfico que suele premiar la rapidez, el impacto visual inmediato y la acumulación de estímulos, Wenders propone todo lo contrario: reducir la velocidad, valorar el silencio y reencontrar el placer de estar simplemente presente.

En conclusión, ‘Perfect Days’ es una obra sensible y profundamente humana que nos invita a reconectar con lo esencial, sugiriendo que quizá los días más perfectos sean aquellos donde no sucede nada extraordinario, sino que simplemente los vivimos con plena consciencia. Una pequeña joya que, en tiempos de prisa y sobreexposición económica, llega como un necesario recordatorio de que la verdadera riqueza está en saber apreciar lo simple y lo cotidiano. 🍃

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